Phoebe Hankins
Me gustaría pensar que no soy una persona muy exigente. De hecho, sólo necesito dos cosas para vivir feliz: una hora cada día para correr, y una para comer helado. He descubierto que Madrid es la ciudad perfecta para hacer ambas cosas. Dejando mi tarjeta de transporte público en mi casa, y llevando sólo dos euros y las llaves, yo salgo corriendo de mi casa todos los días para explorar otra parte de Madrid.
En las primeras semanas me quedaba más cerca de casa, y corría alrededor del Parque del Retiro con una gran sonrisa admirando la belleza que es el otoño. Sin embargo, después de tantas vueltas al Retiro es cierto que me aburría un poco. Con la seguridad que da vivir un mes aquí, empecé a aventurarme a partes nuevas de Madrid. Exploré el río y los parques menos conocidos y de vez en cuando me encontraba en barrios nuevos con restaurantes ( ¡y heladerías!) preciosas. Confieso que esta estrategia es de tanteo, es decir que os podría hablar de días en los que me perdí y tuve que correr mucho más de lo que quería. Sin embargo vuelvo a mi casa todos los días con un mejor conocimiento de esta ciudad y, muchas veces, con un estómago feliz.
Es verdad, soy golosa. Por eso, los días que corro una distancia más larga, lo hago con un destino en la mente. Casi siempre, este sitio es una heladería en un barrio nuevo que aún desconozco. No obstante, con el mucho tiempo que ya llevo en Madrid, tengo mis favoritos. Hay un sitio que caracteriza los dos amores de mi vida con tanta perfección que no puedo dejar de señalarlo. Es completamente único, y nunca podría imaginar un sitio así. Entras en una tienda de New Balance en Gran Vía (realmente un calle horrorosa para correr, pero vale la pena) y admiras la ropa de correr: limpia, suave, vistosa y con olor a zapatos nuevos…como un sueño. Sigues caminando hacia la parte trasera y de repente te encuentras en un café precioso. Es una colaboración de New Balance y el café/heladería Mistura. Naturalmente, ofrece alguna cosa saludable como los zumos verdes y ensaladas, pero lo que más me interesa es el helado. Con mucho orgullo puedo decir que he probado todos los sabores, de aguacate a “chocolate intenso” a matcha (algo así como té verde). Su helado siempre lo acompaña un aderezo que puede ser una galleta, una verdura o cualquier cosa.
Como experta mundial del helado, recomiendo lo siguiente: un pequeño maracuyá con un aderezo de frambuesa. Siéntate y recréate con el sabor brillante. Cada vez que te ofrezcan una muestra de otro sabor, tómala. Después, corre a tu casa con el estómago satisfecho y una sonrisa grande pensando en la cosa divina que acabas de paladear. Por supuesto, si correr no te interesa, coge el metro directo a Gran Vía y salta la parte difícil—la vida es breve.