Una tarde al aire fresco

Lucy Ellis

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No me malinterpretéis, Madrid es una cuidad maravillosa. Pero ese es el problema, es una ciudad. Después de un rato el aire comienza a sentirse un poco sofocante, te cansas de ver el interior de un vagón del metro y te sientes un poco culpable por todos los helados y croquetas que has comido en las últimas semanas. Si te encuentras en este estado anímico ¿por qué no viajar a las montañas espectaculares que rodean Madrid y disfrutar un día de aire fresco y ejercicio? Aproveché el tiempo loco en Madrid a principios de noviembre (excepcionalmente caluroso) e hice exactamente esto.

Hay un montón de rutas de senderismo en el campo circundante de la cuidad donde se puede gozar la naturaleza. La naturaleza en Madrid no se limita sólo al Retiro ni a la Casa de Campo. Si coges el tren de Cercanías (C-8) desde Atocha a la estación de Cercedilla, te encuentres en una zona increíble – La Sierra de Guadarrama. El tren tarda casi una hora y veinte minutos pero no te preocupes, no faltan las vistas preciosas mientras pasas por el campo a la vez que Madrid se vuelve cada vez más pequeño a tus espaldas. (Recomiendo sentarse en el nivel superior del tren para potenciar al máximo la perspectiva). Si mantienes los ojos abiertos, incluso puedes captar un destello del notorio y controvertido “Valle de los Caídos” con su enorme y siniestra cruz que mira hacia las casas en el valle abajo.

Hay mapas de la zona así que, antes de salir de casa, tomé una captura de pantalla de un mapa en mi móvil. Todas las rutas están codificadas por colores y estos colores se pintan en los árboles por lo que es casi imposible perderse. Decidimos tomar la ruta azul desde la estación en Cercedilla hasta el centro de información. Esta ruta era preciosa, con grandes árboles que nos ofrecieron la sombra del sol de un noviembre sorprendentemente cálido. Después anduvimos por la ruta naranja encima de una colina muy empinada y sinuosa hasta “Los Miradores” – un increíble mirador del valle abajo. Aquí se puede uno sentar al sol, sacar múltiples fotos para Instagram y disfrutar un (muy merecido) bocadillo de jamón.

Tomamos la ruta amarilla para regresar a la estación de Cercedilla. Una advertencia: esta ruta es muy empinada y rocosa, porlo cual no aconsejaría subir a Los Miradores. Nos perdimos un poco hacia el final y tuvimos que caminar por el pueblo de Cercedilla para llegar a la estación. El error resultó ser un hallazgo y una maravilla. Metimos la nariz por las calles pequeñas bordeadas de casas con vistas perfectas y nos deleitamos con el olor del fuego que escapaba de las chimeneas. Casi no queríamos irnos.

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