Tricia Merlino
Hace dos fines de semana mi padre vino a Madrid para visitarme por solo cuarenta y ocho horas. Inicialmente no sabía dónde llevarlo porque él había visitado Madrid antes y había hecho todas las actividades turísticas, como El Prado, El Retiro, etcétera. Me dijo que no quería ver lo que había visto, sino quería ver cosas nuevas. Finalmente comencé a hacer más investigación en la red para encontrar cosas que son menos populares. Este es el cronograma de lo que mi padre y yo hicimos en la ciudad durante el fin de semana:
Sábado 12:00
Me reuní con mi padre en su hotel, cerca de la estación Gregorio Marañón. Fuimos al Museo Sorolla, en la Calle General Martínez Campos. Si se quiere ir al museo en Metro, se puede ir a las estaciones Iglesia (Línea 1) y Rubén Darío (Línea 5), así como Gregorio Marañón (Líneas 7 y 10). El precio para el museo era de 3 euros para mi padre y 1,50 euros para mí con mi tarjeta de UC3M. Algo interesante sobre el museo es que era la casa del artista Joaquín Sorolla y se convirtió en un museo después de la muerte de su viuda. Las habitaciones principales están amuebladas como lo estaban durante la vida de Sorolla. Mi padre y yo vimos las exposiciones permanentes del museo, así como la exposición temporal, “Sorolla en París,” que traza la historia de su fama internacional desde si primer viaje al París en su juventud hasta su gran exposición individual en Paris en 1906. Mi parte favorita del museo fue el jardín, que me recordó los jardines que vi en las casas de Sevilla, donde fui con el programa. El Museo Sorolla es un museo buenísimo que es mucho menos turístico que El Prado y el Reina Sofia.
14:00
Fuimos al restaurante La Gabinoteca en la Calle de Fernández de la Hoz, a solo ocho minutos caminando del museo. Había leído sobre este restaurante porque el famoso Anthony Bourdain fue allí cuando él viajó en Madrid y lo recomendó. Era un restaurante muy de moda que sirve tapas españolas tradicionales con un toque moderno. Alenté a mi padre, que es “pescovegetariano” (es decir, no come carne excepto el pescado y los mariscos), a probar pulpo y salmorejo, que a él le gustaron. En general, era un restaurante que yo recomendaría.
16:00
Cogimos el Metro en el Intercambiador Avenida de América hasta Banco de España (tomamos la línea 9 hasta Príncipe de Vergara y cambiamos a la línea 2 allí). Desde esa estación caminamos hasta el Círculo de Bellas Artes en la Calle de Alcalá. Pagamos para tomar el ascensor a la azotea del edificio para ver una vista impresionante de la ciudad. Bebimos cava, vino espumoso español, que nunca habíamos probado.
Domingo 11:00
Me reuní con mi padre en la estación de metro Nuevos Ministerios y cogimos la Cercanía C3 a Aranjuez. Bajamos en Aranjuez y cogimos un taxi a la Bodega del Real Cortijo de San Isidro, un sitio que fue construido después de que el rey Carlos III en 1782 declaró que el vino se produciría allí para la Casa Real. La bodega ofrece recorridos guiados los domingos a partir de las 12. Costó 8 euros hacerlo. Desafortunadamente solo se puede hacer un recorrido guiado en inglés si se suman 8 personas en un grupo, entonces tenía que traducir el recorrido para mi padre que no habla español. Después del recorrido probamos dos vinos de la bodega. Cogimos otro taxi hasta la estación Aranjuez y el C3 hasta Sol.
16:00
Después de comer, fuimos a la CaixaForum Madrid, en la calle Paseo del Prado. Esto no era originalmente parte de mi plan, pero la pared cubierta en musgo y plantas del edificio nos interesó mucho. La CaixaForum tenía dos exposiciones, una de cosas de la época Medieval y otra de fotografías de refugiados. Me gustó especialmente la exposición de fotografía y no me arrepentí de tomar este desvío.
18:00
Me despedí de mi padre que tenía un vuelo temprano la mañana siguiente. Él me agradeció por un buen fin de semana.