Cómo estar de pie en un bar

Por Shanti Hinkin

Sobre las ocho de la tarde, vas a tener un poco de tiempo antes de la cena en el cual, si te apetece, podrás sentarte un rato y tomar un aperitivo en un bar. Cuando busques un sitio, hay algunas opciones. Hay muchas tabernas con mesas afuera en las cuales puedes sentarte tranquilamente, ver a la gente paseando ruidosamente por las calles y compartir raciones junto a un calefactor calentito. Te darán con tu bebida un plato gratis de algo simple; aceitunas, una tostada pequeña, unas papas fritas. En algunas partes de España, fuera del centro de Madrid, tu tapa puede ser mucho más grande, como en Granada dónde comí un pincho de tortilla y una hamburguesa con mi compra de dos cervezas. Dentro del bar puedes tomar tu bebida mientras hablas con el camarero que se mueve con una gran prisa compartiendo su atención entre todos los clientes al mismo tiempo, pero de todas formas te hace sentir como si fueras su favorito.

Cuando estás en un bar, asegúrate de hablar con la gente cerca a quien no conoces. (Te van a hablar). Intenta parecer como si les hubieras conocido por toda la vida y recuerda que un sentido del humor puede facilitar que todos se sientan a gusto.

Conocer a la gente española ha sido una de las experiencias más importantes y transformadoras de todo mi estancia en Madrid. He aprendido de ellos una amabilidad que no esperaba cuando llegué a un país que sabía tenía una identidad muy única y fuerte; no sabía dónde encajaría yo. Y más en un país que hoy en día está recibiendo un gran volumen de turismo que está poniendo una mucha presión sobre el medio ambiente y la economía, a veces causando crisis de vivienda y gentrificación. ¿Seré un parásito, o parte del problema? Y mientras es verdad que conocer nuestro papel en la sociedad en la que vivimos es importante, a las personas que conocí nunca les molestó explicarme cosas, darme direcciones o recomendaciones, felicitarme por mis esfuerzos con el español, y luego, cuando les vi en las calles otra vez, saludarme como un amigo.

Cuando saludas a alguien, le das un beso en cada mejilla. Este saludo siempre me ha parecido tremendamente dulce. Me gusta la expresión de comodidad e intimidad. Y en el tema de las cuentas, los madrileños son increíblemente abnegados. Personas que corren para pagar la cuenta, quién puede alcanzar primero al camarero, o pagando en secreto mientras el otro está en el baño. He visto a alguien a punto de pagar mientras al otro lado de la mesa, el amigo le suplica en voz alta al camarero que no acepte la tarjeta de crédito. Pero, a fin de cuentas, uno puede insistir que la próxima vez, va a devolver el regalo.

A veces, he encontrado que en los Estados Unidos las personas hablan con los camareros o empleados de la industria de servicios de una manera muy distante. Porque no vale la pena mantener una conversación con alguien que no conoces. Y seguramente puedes elegir tus momentos, pero recomiendo yo, en una manera totalmente opuesta que lo que oímos en nuestra niñez, que hables con extraños. Es por esto que he conectado tantísimo con Madrid. Aun los hombres que trabajan en mi frutería local saben mi nombre. Cuando te invita tu familia anfitriona a conocer a su familia o a sus amigos, ¡ve! Y cuando estés de pie en un bar, sé valiente y habla con una persona a quien no conoces. Te ganarás un amigo.

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