Por Caroline Mancini
Cuando llegué a Madrid, observé una falta de rutina en mi día a día. Sí, cenaba con mi familia e iba a clases regularmente, pero echaba de menos otras cosas. En Wesleyan, soy miembro del equipo de tenis del club, hago ejercicio de vez en cuando y soy una profesora de yoga. Me di cuenta de que el ejercicio es una parte muy importante en mi vida. Me siento más feliz cuando hago ejercicio regularmente.
Con la ayuda de mi familia, decidí empezar a explorar diferentes lugares para hacer ejercicio. En plan, quería empezar a practicar yoga en diferentes estudios de Madrid. Al principio, estaba nerviosa porque me preocupaba no entender las instrucciones en español. También tenía miedo de estar en un gimnasio porque, en general, me siento nerviosa cuando estoy en esos lugares porque hay mucha gente, especialmente hombres. Sin embargo, sabía que superar esos miedos era importante para sentirme bien y disfrutar de una nueva rutina en mi nueva ciudad.
El primero que probé fue ClassPass. Ya había usado la aplicación en Nueva York durante el verano para probar diferentes clases: pilates, HIT, yoga, ciclismo y más. Esta vez decidí probar clases de yoga en Madrid. La mayoría de las clases costaban 20 euros por sesión, pero con el Class Pass era mucho más barato. ¡No sólo puedes probar clases de yoga, sino que incluso puedes usar el Class Pass para reservar masajes y uñas!

Gracias a Class Pass, encontré cuatro estudios que recomendaría. El primero fue Numen Yoga Studio. Este estudio de yoga fue, sin duda, mi favorito. Ubicado cerca de Sol, en el centro de Madrid, Numen Yoga es un pequeño negocio que ha ganado popularidad en los últimos años.
Ofrecen muchas opciones de clases para todos los niveles y un ambiente increíblemente genial. Incluso ofrecen té y bebidas que puedes probar antes o después de la clase. Para mí, estas clases no fueron muy difíciles, pero fueron una excelente manera de centrar mi mente y mi cuerpo.
El siguiente estudio es Be Art Yoga. Lo encontré porque estaba más cerca de mi barrio, Pacífico. Be Art Yoga es un estudio de yoga muy pequeño pero muy completo. La gente también era muy amable. Si, es un espacio pequeño, pero se sentía muy íntimo y me ayudó a concentrarme en mi práctica. Una vez, me quedé dormido al final de la clase porque estaba muy relajado. Es bueno para gente que viva cerca de mi barrio y prefiera un estudio más tranquilo y pequeño.


El tercer estudio es el Barquillo Yoga. Este estudio fue, sin duda, la experiencia de yoga más desafiante que he tenido. Barquillo Yoga es un yoga caliente, normalmente de una hora y media. Si te gustan los retos y quieres sudar mucho, este lugar es perfecto. Puede estar bastante lleno, porque es muy popular, pero la energía es muy vibrante y emocionante. No olvides traer una botella de agua grande y una toalla.

Por último, está YogaOne. Este estudio se parecía a uno de Estados Unidos. Si sabes qué es CorePower, diría que YogaOne es muy similar. Tienen estudios por todo Madrid, prácticamente en todos los barrios. Ofrecen más clases que cualquier otro estudio y ofrecen una membresía mensual, un poco cara, pero en general buena. Estas clases son constantes y fiables.
Sobre el mes de marzo, mis padres me hablaron de Wifit, el gimnasio al que van en nuestro barrio. Fui un día con un pase de invitado gratuito y me encantó. También ofrecían muchas clases diferentes, como pilates, ciclismo, estiramientos y HIT. Decidí comprar una membresía que se pagó casi en su totalidad con los reembolsos del programa. Llevé a mis amigos y se convirtió en un espacio social donde podía probar todo tipo de entrenamientos nuevos y tener algo constante a lo que pudiera ir a cualquier hora del día para hacer ejercicio. Este gimnasio es perfecto para gente que disfrute haciendo ejercicio y probando cosas nuevas.



En general, crear una nueva rutina de fitness en Madrid me ayudó a sentirme más conectada con la ciudad. Lo que empezó como un esfuerzo por recuperar la rutina de mis días se convirtió en una forma emocionante de explorar nuevos barrios, conocer gente local y salir de mi zona de confort. Con sesiones de yoga relajantes, clases de yoga calientes, o tiempo en el gimnasio, encontré un sentido de comunidad en estos espacios. Además, aprendí más español en el proceso.

