Amelia Wright (diciembre 2021)
Cuando estaba mirando clases para tomar en Madrid, sabía que algo importante para mí sería encontrar algo que pudiera ser como un tipo de salida de expresión creativa. Las personas que frecuentan las clases de arte, escritura, o actuaciones, deberían entender la importancia, especialmente durante un tiempo difícil o duro, de encontrar una manera de desestresarse. Mudarse a otro país para estudiar otra lengua y vivir con una familia de allí, por supuesto, ya es todo un reto. Aquí, me gustaría explicar cómo es el proceso de matricularse, asistir y sobrevivir a una clase de bellas artes en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), especialmente porque no existe tanta información sobre el proceso, y la diferencia entre tomar una clase de arte, en la facultad de bellas artes de una universidad pública, es un poco diferente que tomarla en una universidad pequeña y privada como Vassar y Wesleyan.
Para mi, lo mejor para desestresarse siempre es trabajar con mis manos. Por eso, fue muy importante para mí, por lo menos, intentar tomar una clase de estudio de bellas artes durante mi tiempo en Madrid. Estaba en una situación rara con mis créditos en Vassar, ya que he tomado demasiadas clases de arte allí y no podría tomar más sin saltando el límite de cuantas clases puedo tomar en una facultad, y aquí podría reclamar mi clase de arte como una clase de estudios hispánicos, una escapatoria que os recomiendo provechar, si tenéis unas problemas similares con vuestras universidades de orígen. Así que, cuando estaba eligiendo las clases que quería tomar en la UCM, incluí unas de la facultad de Bellas Artes, específicamente en escultura y modelado porque esto era mi área de interés. Al final (o, en verdad, en donde estoy en el cuatrimestre, cuando quedan tres semanas para terminar), me matriculé en una clase que se llama “Construcción y representación escultórica” y ahora esa es mi clase favorita de todas las que estoy tomando aquí. Esencialmente, es una clase de esculpir enfocada en entendimiento de formas y en aprender técnicas de modulación en barro.
Quiero señalar que esto es muy diferente a las clases de arte que he tomado en Vassar. Además de ser una clase en español, tiene que ver más con practicar que con construir una obra final para hacer una crítica, porque todos los materiales tienen que ser reciclados después de cada práctica (tienes que tratar los proyectos como bocetos efímeros, pero todavía es un poco triste desmontar, tirar, y reciclar la arcilla con la que has estado trabajando durante cinco semanas). Entonces, se puede decir que la clase es más teórica, enfocada en aprender técnicas, y hay menos espacio para jugar y experimentar con los materiales como esperarías en una clase de arte en un lugar como Vassar. Pero, tengo que decir que este era mi aspecto favorito de la clase, ya que era una experiencia que no podría tener allí.
Por supuesto, no todo iban a ser cosas buenas. Una de las primeras cosas que vas a ver en tus clases de grado en UC3M (Universidad Carlos III de Madrid) o en la UCM es que todos los estudiantes de una facultad se conocen porque ellos han tomado las mismas clases durante unos años. En un taller de arte, ellos también van a saber otras cosas- como técnicas que han aprendido en clases anteriores, y también cómo funciona el espacio del estudio. Por eso, no había una orientación o explicación de cómo funcionaba el estudio al principio. Así que, tuve que aprender todas estas reglas y medidas de seguridad sobre la marcha. También, había malas comunicaciones (por supuesto–esto va a ser una tema recurrente de cualquier persona que viva en otro país, y puede ser algo estresante, o algo cómico, según cómo lo quieras mirar–os
recomiendo entrar en estas experiencias con sentido del humor). En el primer día de clase (online, gracias a Covid), mi profesora fue explicando unas herramientas de madera que yo tenía que buscar para estar lista para la clase. Después de una semana de orientación dedicada a conocer la arquitectura de Madrid, con bastante atención a los arcos de herradura que puntúan los edificios mudéjares o neomudéjares de la ciudad, estaba confundida, y pregunté a mi profesora sobre las “herraduras de madera” y inmediatamente ví confusión en su cara, pero no me di cuenta de mi error hasta mucho después. Siempre se van a dar malas comunicaciones como esta y, además, en una clase de arte es inevitable el uso de palabras muy específicas que no has encontrado en clases de español normal, sobre técnicas y materiales muy especializados.
Lo bueno de esta situación, desde el punto de vista de la lengua, era que, en su mayoría, gran parte de la explicación no tiene forma de palabras, sino que consiste en mirar a alguien que demuestra una técnica, y probarla tú mismo, e ir aprendiendo así. ¿Qué hago en mi clase? Hasta ahora, hemos terminado solamente dos proyectos- uno de modelar la cara de un amigo usando fotos que hemos tomado, y otro de modelar la cabeza de un animal, usando fotos de internet. Yo elegí hacer a una de mis amigas del programa (¡gracias a Rebecca!) y una cierva porque me recordó a las de mi pueblo en Nueva Jersey.


En fin, quiero decir que si eres un estudiante de arte con interés en conocer un taller de arte distinto, y estás dispuesto a prestar atención y tiempo a una clase diferente a las demás, vale la pena tomar una clase en Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).