Eli Kilpatrick (mayo 2022)
En la cafetería de la Carlos III, puedes pedir un bocadillo de jamón o tortilla, una hamburguesa, o una selección de la barra de ensaladas y pueden ser suficientes para tu comida, pero ¿por qué no andas cinco minutos por la zona residencial de Getafe? Podrás así hallar la verdadera joya oculta de Getafe: Arroz Bar.
Arroz Bar es un restaurante chino que está situado en dos plantas del edificio. En la primera, hay un café y bar con opciones de dulces y algunas sillas y mesas para disfrutar del café. A veces hay un hombre jugando a las tragaperras. Entras, te da la bienvenida el hombre de detrás de la caja: “Hola, buenas.” Cuando vas suficientes veces, ya sabes que hay que subir las escaleras para llegar al comedor. En el comedor, ves decoraciones chinas y una televisión con programas chinos. Puedes verlo lleno de estudiantes de la Carlos III y trabajadores y obreros getafenses. La camarera te dirige a la mesa que tiene un salvamantel de papel que dice “Buen provecho”, una cuchara, un tenedor con una caja de servilletas, una botella de Sriracha y una botella de vinagre de arroz.
Se te da una carta con unos treinta platos más o menos en Mandarín con las descripciones en castellano. Los refrescos cuestan 1 euro y los refrescos chinos 2; están en una nevera y puedes cogerlo cuando mejor te venga.
Mi primera vez, pedí el número 3: la ternera con pimientos. Recibes una porción grande de ternera y pimientos cocinados al wok con una salsa buena. Se sirve con una ración grande de arroz como todo plato. Después, probé otros platos como el número 6, pollo gong bao, pero nada se puede comparar, en mi opinión con el número 14, panceta picante con verduras. Es mi favorito y está riquísimo. Cuando voy, la camarera me pregunta: “el número 14?” y le respondo: “Claro, gracias.” He estado tantas veces que he completado mi tarjeta perforada para los descuentos de cliente frecuente.
Lo mejor es el precio. No gasto nunca más de 9 euros. Además, ¡puedes pedir gratis más arroz! Es un sitio para todos que lo disfrutan desde ejecutivos con traje hasta obreros con cascos y camisetas. Cuando llegué a Madrid, sabía que encontraría el consuelo de un restaurante chino, pero cuando me voy ahora y la camarera ya sabe mi pedido, quiero pensar que soy getafense.