Jordana Judd (mayo 2022)
Ya he escuchado todo: “No me gusta la cerveza,” “Todas las cervezas saben igual,” “Nunca voy a encontrar una cerveza que me guste.” Pero estoy aquí para decirte que no es verdad. La cerveza es un arte, y cada cerveza es única y especial (pero claro hay cervezas malas). Antes de ir a España, solo había tomado sorbitos de las cervezas de mis padres, IPAs horribles, entonces no era muy aficionada. Pero un día (trascendental), mi amiga Augusta y yo nos topamos con un sitio que se convertiría uno de mis favoritos en Madrid, el Stuyck. Allí, hice una cata de cervezas, con la esperanza de que quizás encontrase una cerveza que me gustase.

Y sí, me gustó.
Las primeras tres – así así. Pero la cerveza final fue fantástica. Mi compañera del programa Augusta y yo salimos ese día proclamando que habíamos probado la mejor cerveza del mundo. Desde ese punto, tuve una misión en Madrid: encontrar más cervezas.
Cuando mis padres (amantes de la cerveza también) descubrieron que a mí me encanta la cerveza, organizaron una cata de cervezas con un amigo de nuestra familia en Madrid (¡de cuando mi padre estudió en Madrid en la universidad!). Allí, hablé con un maestro de cervezas y dueño de una cervecería en Madrid, Oldenburg. Me encantó escuchar sobre la cerveza directamente de este hombre, quien claramente ha estudiado el arte por muchos años. Aprendí vocabulario nuevo que pertenece a la cerveza y el proceso para hacerla – “barril,” lúpulo,” “levadura” y más. Mientras escuchábamos su historia para convertirse en un experto, ¡bebíamos la cerveza que elabora con su propia receta! Como aprendí más del proceso, lo aprecié más y mi amor por la cerveza solo creció.
Me enseñó también de una aplicación, Untappd, en la que puedo buscar información sobre cervezas. Cuando estoy eligiendo una cerveza, busco cuáles me interesan, y quiero saber dónde en España se elabora (mis favoritas son de Madrid y Euskadi), y que toques hay. De este modo puedo criticarlas como una verdadera sommelier de cervezas.
Cuando viajo por España, siempre pruebo la comida típica. ¡Y, qué mejor para bajar esta comida fantástica que una cerveza local! En cada sitio al que viajo, me siento en un bar para beber una cerveza local con la gente local del sitio. Algunas de mis favoritas han sido una cerveza negra de Pamplona y una cerveza vasca, La Salve, la que bebí con un pintxo fantástico de pulpo y aguacate en un pueblecito de Zumaia, afuera de Donostia.
Pero con todos mis viajes, continuaba regresando a mi primer sitio, el Stuyck. En una ciudad y país donde, a menudo, todo parece muy desconocido y totalmente nuevo, fue muy importante para mi encontrar un sitio donde estaba cómoda. Me he convertido en una asidua del Stuyck, y encontré un sitio para mí en Madrid y una pasión por la cerveza que llevaré conmigo a los Estados Unidos.
