por Andrew Finkelman ( octubre 2019)
Voy a escribir esta entrada de blog como si fuera una entrada a mi diario. Como si estas páginas contuvieran la humedad que llevé desde Portland y el humo que encontraron en las calles de Justicia, los céspedes del Retiro. Quiero contarte más que lo que he hecho. En vez, quiero mostrarte como me siento estar en una ciudad tan viva, tan lejos de casa y lejos del ritmo de la vida estudiantil de Wesleyan. Quiero explicarte cómo he navegado y como he chocado. Espero que, si te cuento así, puedo descubrir dónde se han ido los días. La vida madrileña se mueve lentamente y todavía no he encontrado el tiempo para escribir en mi diario. Gracias por leer.
LLEGADA
Santiago de Compostela, Galicia: USC
15 de Agosto de 2019
“He oído que es como el Norte de Irlanda,” cuenta alguno de los compañeros. Bajamos del autobús y yo pensaba en lo que quería haber hecho antes de llegar: Leer más del (libro de historia); Practicar más español.
Rápidamente las preocupaciones se escondieron en el paisaje tan bonito de Santiago — en los ríos que corrieron por los parques, y en las canciones de los patos que estaban atragantándose con el pan de los turistas del verano. La ansiedad social que sentía, me recordó sobre la orientación del primero año en Middletown. En realidad, el proceso de conocer el grupo y el espacio nuevo presentó contrastes fuertes. Lanzados en una cultura nueva y una lengua distinta, dentro de uno con el otro, encontramos en nuestra cohorte la comodidad y la conexión para nuestro entendimiento. Entre nosotros, digerimos juntos. Caminando por la ciudad, saltando por el campo (muy cerca del centro de Santiago), o yéndonos de picnic con jamón, queso, pan e higo, discutimos lo que estábamos procesando, como: la manera distinta de recordar y enseñar la Inquisición Española; una iglesia que era construido en el siglo XII; los desafíos de aprender una nueva luenga y empezar a conectar el proceso de pensar con el proceso de hablar para obtener más fluidez.
Por supuesto hay consecuencias en quedarse solamente con compañeros del programa. Antes de llegar, estaba bien preocupado en este tema – solo quería pasar tiempo con gente nueva, gente que no era del programa, aún más, gente que no era de EEUU. Era una meta demasiado rígida. Por que desde la llegada, ha sido un proceso, un proceso de encontrar el equilibrio entre disfrutar la amistad de compañeros del programa y el desafío de conocer gente madrileña y sumergirme en el reto de vivir fuera de lo que ya conoces. Aprendí que, para tener la confianza y la energía para sumergirme, me ayuda disfrutar momentos con mis compañeros del programa con quien puedo expresarme mejor.
La belleza de Santiago. Una vista a la Catedral que era construido en el Siglo XI (abajo).
LA CONMOCION
Madrid: la casa, las aulas, la barra
Otoño de 2019
¿Que dices?
Encontré la confianza de preguntar a mi madre si un amigo quien está estudiando en Sevilla podría quedarse en mi cuarto para el fin de semana. Yo he dicho no más que cinco palabras y ella me dijo “¿que dices?”. Ella no lo dijo porque estuviera ofendida, sino que esta frase es algo que se repite en las conversaciones para mostrar interés. Todavía al fin me dijo no. Pero, por la experiencia de preguntarle un deseo mío, yo gané la confianza para comunicar mis necesidades en relación a la comida, la habitación, y tal. Cuando regresé a EEUU, será más fácil expresarme, porque me di cuenta de las sutilezas que me hacen falta cuando yo hablo en castellano.
Aquí en Madrid, el castellano es más directo que el inglés. Yo creo que tiene sentido, pero me tomó un poco de tiempo para soltarme a la franqueza madrileña… ¿sabes que en castellano los sustantivos “franqueza” y “sinceridad” son sinónimos?… porque cuando vas a un café, claro que si puedes tomar un café. Por eso, en vez de decir “¿puedo tener un café//can I have a coffee?” se dice “me pones un café”. He notado que la franqueza en el castellano se traduce en la manera de interactuar con gente – compañeros y desconocidos. En la asignatura de Lingüística General, los compañeros discuten y entablan conversaciones directas. Al mismo tiempo, he notado el desafío en entender las dinámicas sociales por observar el uso de la lengua, porque a veces la lengua sirve como una fachada. Es un proceso de aprender cómo usar todas las sensaciones en interacciones sociales. Además, la importancia de tomar con pinzas lo que escucho.
A veces no te va a gustar la cena. Aprende por las diferencias. (izquierda)
DESACELERAR
Madrid: los calles, el metro, las colas, la vida
Otoño de 2019
Aquí en Madrid, todo el ritmo de la vida, menos la lengua, pasa lentamente. No hay prisa. En los espacios públicos, es difícil encontrar relojes. Nadie cruza en rojo – no por tener miedo de la policía, sino que no hay problema esperar ni quedarse inmóvil. En vez de ser un lugar ansioso, las colas son un lugar social y relajado. Es común que mi familia madrileña vuelva a casa para comer, saliendo del trabajo para estar juntos. En las calles, la gente camina lentamente mientras que giran hacia su amigo para decir algo. Parece que las horas entremedias, o, mejor dicho, las horas en transición, son las horas más bellas aquí.
El ritmo en Madrid me hace preguntarme acerca de cuál es mi propia relación con el tiempo. Después de entrar a Wesleyan, el tiempo ha estado atado con la productividad. Me preocupo con el tiempo perdido, o sea, el tiempo en transición. No me gusta dormir. No me gusta pasar demasiado tiempo sin abrir una lectura. Hay un dicho aquí que me han contado la familia madrileña: “Los españoles viven para vivir. Los americanos viven para trabajar,” … o algo parecido. Siento que estoy ganando más autonomía sobre como uso el tiempo – que el tiempo es menos algo para perder, y más algo para disfrutar.
Madrid: transporte publico – C4
15 de oct. de 19
A mí me gustan los minutos en que me quedo en el tren. Estoy aprendiendo como disfrutar el tiempo en transición. He empezado a leer noveles en español de autores como Borges, Bolaños, Isabel Allende, Cortázar, y Llosa. Dije empezar, no terminar. He encontrado algunos podcasts en español, como Radio Ambúlate por NPR, o Peor Caso. Pero también, no es necesario hacer nada. Es un buen momento para mirar y escuchar a la gente que anda en el tren. Eso es tiempo que no tengo cuando estoy en Wesleyan — el tiempo que he encontrado en la transición, entre casa y clase, entre punto 1 a punto 2, porque en Wesleyan todo está cerca. Fuera de la burbuja de Wesleyan, encuentro más espacio para pensar por mí mismo, aún más para reflexionar sobre mi tiempo en Wesleyan. Para estar agradecido de lo que ofrece Wes. Mi madre me dijo, que cuando ella estaba en Paris para su intercambio hace 35 años, aprendió mucho sobre si misma. La reflexión me agobia, pero también me ayuda.
El C4 tren, en camino a la Universidad de Carlos III … (arriba)
ARTE ARTE ARTE
Madrid: Casa Encendida, Tabacalera, Matadero Reina Sofía, Museo ICO, La Neo mudéjar, Conde duque, Ermita de San Antonio de La Florida, Museo ABC, Ingobernable, Calle del Dr. Fourquet, Sala Equis, Cine Dore, Teatro del Barrio, Escalera de Jacobo, Cuarta Pared Teatro
Siempre de Siempre de Siempre
No sé cómo explicar la cantidad de arte que ofrece Madrid. En la Tabacalera, La Casa Encendida y El Matadero, que eran espacios de producción comercial, han sido convertidos en centros culturales que ofrecen un revoltijo de exhibiciones, talleres, y festivales de arte (audiovisual, música, danza, poesía, cine, y tal). La Sala Equis, un espacio que era un X-Cinema, ahora ofrece una selección variada de cine internacional, y en los Domingos alberga un concierto gratis. Las calles de Lavapiés están diseminadas con teatros en cada rincón – y no vas a pagar más que 15 Euros para una entrada. También en Lavapiés, la calle de Dr. Fourquet es el hogar de más que diez estudios de artistas. La oficina Cultural de Madrid es increíble, no solo para la cantidad de arte, pero también el acceso que ofrecen los museos y otros eventos. Con un carné estudiantil puedes entrar a casi todos los museos sin pagar nada.
Una colección de programas culturales (abajo izquierda) y arte política en La Tabacalera (abajo derecha)
FALTA DE HORAS
España: Madrid y más allá
Fin de octubre de 2019
Un semestre no es suficiente. Tengo el sentimiento en que dudo sobre lo que hago, porque siempre hay cosas más geniales. Madrid ofrece tanto y por eso, me cuesta parar, descansar, y estar contento con como paso las horas. El semestre pasa volando, y aunque es un poco contra-intuitivo, estoy en un proceso de gastar menos tiempo en planear lo que hago, y pasar más tiempo explorando centros culturales, museos, parques, barrios, pueblos, y otras regiones sin miedo y sin duda. Y después de todo, he aceptado que este problema de tener demasiado que hacer, es el mejor problema.
UN ABRAZO,
ANDREW