Por Grace Whited

Como alguien que estudia psicología con un enfoque en el desarrollo de niños, yo sabía que quería vivir con una familia anfitriona que tenga niños en Madrid. Pero también quería vivir con los niños porque es más fácil aprender un nuevo idioma puesto que ellos te enseñan las palabras cotidianas con paciencia. Y créeme, yo lo necesitaba. Cuando yo llegué a España, me gustaba bromear que hablaba como cuando tenía cinco años. Junto con la falta de vocabulario, yo estaba muy nerviosa de hablar con los españoles porque tenía miedo de equivocarme. Debido a esto, me sentí lo muy cómoda hablando con mis hermanos anfitriones, una chica que tiene nueve años y un chico que tiene seis años. Con ellos, yo podía hablar sin la frustración de sentirme como una niña y, en lugar de eso, disfrutar el sentimiento de volver a la niñez. En el principio, esta actitud infantil era en la forma de juegos que no necesitan muchas palabras, como jugando al balón prisionero en el salón después de cenar o compartiendo un guiño conspirador cuando uno de mis hermanos se escondió en mi habitación durante el escondite. Más tarde, me reí con mis hermanos cuando cometí un error hablando español, como una vez cuando dije que estaba almorzando a la “medianoche” en vez de “mediodía”. Estas interacciones con mis hermanos me hicieron tener una relación más íntima con ellos, y a su vez, me hicieron tener una relación más íntima y más cómoda hablando con mi madre anfitriona. Todo se unió el día de cumpleaños de mi hermana anfitriona cuando le di un regalito y ella me dio un abrazo a cambio con una sonrisa muy grande. Nunca olvidaré ese momento.
Por lo tanto, mi consejo para los estudiantes que vienen a Madrid es pasar mucho tiempo con vuestras familias anfitrionas, especialmente si tienen niños. Las familias anfitrionas ofrecen un espacio seguro donde podéis practicar vuestro español sin juicio y sin la inseguridad de sonar como un niño. Aun si os sentís como niños cuando habláis o no tenéis amplio vocabulario, disfrutad el regreso a la niñez y jugad con vuestros hermanos anfitriones porque ellos os enseñarán muchísimo. A través de relacionarse con los niños, vosotros empezaréis a sentir cómodos en el hogar, abriendo la puerta a una conexión más íntima con sus padres anfitriones y otros españoles. Entonces, no tengáis miedo de regresar a la niñez ni estar equivocado. Es toda una parte del proceso del aprendizaje.
Si vuestras familias anfitrionas no tienen niños, hay otras oportunidades para relacionarse con niños como trabajar como voluntario o dar clases particulares. Mientras yo estaba en Madrid, di clases particulares de inglés a dos niños españoles, un chico que tiene once años y una chica que tiene seis años. Estar en el otro lado del proceso de aprendizaje era revelador. Como yo mencioné antes, estaba muy nerviosa de hablar español por miedo a equivocarme. Pero mientras enseñaba inglés a estos niños, vi cómo ellos estaban tan dispuestos a aprender y hablar en otro idioma sin miedo de equivocarse. Esto me dio la confianza para continuar aprendiendo y practicando español, y me enseñó que necesito volver a la niñez para olvidar la inseguridad. Si los niños pueden hacerlo, entonces podemos hacerlo otra vez. De hecho, aún aprendí más vocabulario español mientras estaba enseñando inglés a los niños. Entonces, os recomiendo que mantengáis la perspectiva del otro lado en mente como seguís aprender español y os deis cuenta de que nadie espera que seáis fluido inmediatamente. Encontrad una manera de relacionar con más españoles, ya sea uniros una actividad en campus o enseñar las clases particulares a los niños. A través de volver a la niñez y perder el miedo de equivocaros, vosotros ganaréis la confianza para explorar España con la curiosidad y la actitud receptiva de un niño.